Como ayer, que nos cubrimos el rostro para mostrar al mundo el rostro verdadero del México del sótano y después de lavar con nuestra sangre el espejo en el que los mexicanos miraron su propia dignidad, hoy mostramos nuestra cara para ocultarnos en la traición y la muerte que caminan en el paso de los que, dicen, gobiernan este país. No estamos peleando con las armas. Pelean nuestro ejemplo y nuestra dignidad.